martedì 8 giugno 2010

Miguel Delibes en versión múltiple

POR EL PAIS
69ª Feria del Libro de Madrid
Una monumental biografía, ediciones, reediciones y homenajes subrayan la dimensión del escritor fallecido hace tres meses - La feria le rinde tributo mañana
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS

En febrero de 2003, la Universidad de Nueva York dedicó un congreso a la obra de Miguel Delibes. El escritor tenía 82 años y excusó su asistencia alegando que todavía no se había recuperado del jet lag que le había provocado su anterior viaje a EE UU, del que hacía "tan solo" 37 años. La verdad es que en su mensaje, leído por Ramón García Domínguez, su biógrafo, Delibes no decía jet lag sino trastorno horario. La pureza lingüística era digna de uno de los grandes maestros del castellano, que ocupó hasta su muerte el pasado 12 de marzo el sillón "e" de la RAE. El humor, entretanto, era el de alguien que siempre apostilló con zumba los mil honores que le cayeron encima. "Demasiado metal para mis débiles fuerzas", bromeó al recibir las medallas de oro de Castilla y León y Cantabria el año pasado. Por no hablar de su irónica melancolía al saber que iban a poner su nombre a un auditorio en Valladolid, ciudad en la que había nacido el 17 de octubre de 1920. No le hubiera importando, dijo, cambiárselo a José Zorrilla por el nuevo estadio del Real Valladolid, del que se hizo socio a los nueve años.

En 'Delibes de cerca' se explica la poca importancia que se daba como escritor

En octubre de 2005, el escritor dio inicio a un nuevo libro que acabaría descartando
El autor de El camino se tomaba muy en serio el acto de escribir y muy poco el hecho de ser escritor. Esa es la impresión que dejan las casi 900 páginas de Miguel Delibes de cerca (Destino), la biografía que García Domínguez cerró tres semanas después de la desaparición del escritor a partir de una primera versión publicada hace cinco años con el título de El quiosco de los helados, en referencia a la caseta del parque vallisoletano de Campo Grande en la que se daban cita los dos amigos para comenzar el paseo.

"Es cierto que el sentido del humor de Delibes puede contrastar con una literatura tan pesimista como la suya. Él habla en sus novelas de un territorio que no da para el optimismo, la Castilla postrada de la posguerra, llena de perdedores, y guarda el humor para sus escritos más periodísticos. No olvidemos que su primer trabajo en El Norte de Castilla fue el de caricaturista", explica el biógrafo. En octubre aparecerá el sexto tomo de sus obras completas, dedicado precisamente al Delibes periodista y ensayista. El coordinador es García Domínguez, que en su biografía revela que en junio de 2005 Delibes le enseñó un fajo con medio centenar de cuartillas manuscritas. Era, después de haber dado por cerrada su obra en 1998 con El hereje, el comienzo de un nuevo libro: Diario de un viejo enfermo de artritis reumatoide que empieza a tratarse con Naprosyn. Dedicada a la convalecencia del cáncer de colon que le diagnosticaron el año en que terminó su última novela, la obra acabó titulándose Diario de un artrítico reumatoide, pero no fue mucho más allá: "Un día me dijo que se acabó. Había sido un puro divertimento". ¿Se publicarán algún día esas cuartillas? "Las conserva su familia, pero él dijo que su obra estaba cerrada ya, y el ánimo es respetar su voluntad".

Y su voluntad está bien clara en la nota que puso en 2007 al frente de sus Obras Completas: "Aunque viví hasta el año dos mil..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica La Luz. Esto es, los últimos años literariamente no le sirvieron de nada". Originales literarios no quedan inéditos, pero ¿qué hay de la correspondencia de un autor del que se dice que contestaba todas las cartas que recibía? "Se están revisando todos sus papeles, pero no estoy seguro de que se publique un tomo de cartas", cuenta García Domínguez. "No era muy partidario de la correspondencia que se publicó con su editor, Josep Vergés, mientras él vivía. Lo hizo porque eran muy amigos y a la familia de Vergés le hacía ilusión".

Entretanto, la Feria del Libro de Madrid dedica mañana un homenaje a Delibes. La de Guadalajara (México), consagrada ese año a las letras de Castilla y León, hará lo propio en otoño. Por su parte, la editorial La Fábrica acaba de recuperar Viejas historias de Castilla La Vieja, el libro que el novelista publicó en 1961 acompañado de las fotografías de un joven treintañero, Ramón Masats. El artista, premio Nacional de Fotografía en 2004, tiene ahora 79 años y recuerda la gestación de un volumen al que ha añadido en esta ocasión seis imágenes inéditas: "Lo recogí en Valladolid y nos fuimos Miguel, su mujer, mi mujer de entonces y yo en un 600 a dar vueltas un día entero por la Tierra de Campos, que era por donde él me dijo que se situaba su historia. Sin cámaras". Dos semanas después, Masats volvió solo y se pasó 10 días haciendo fotos en blanco y negro a las que no quiso poner título: "Traté de plasmar el espíritu del texto, no de ilustrarlo". Cuando 20 años más tarde el fotógrafo recorrió toda España para hacer un libro en color comprobó que el paisaje castellano no había cambiado mucho. Eso sí, había más coches y menos jóvenes. Y más maquinaria. ¿Es complicado encontrarle la literatura a una cosechadora? "Sí. Las máquinas quitan poesía al campo, pero prefiero que la gente viva mejor. Aunque hacer fotos se vuelva más difícil".

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